primero hay que saber sufrir

“Ya está”, me dijo un viejo que estaba al lado mío, “si no entró ésta, en Córdoba lo damos vuelta”. Se acababa de escapar en el último minuto un jugador de Quilmes solo desde la mitad de la cancha con todo Belgrano jugado en ataque intentando achicar la diferencia, la había tocado suave a un palo del arquero y la pelota en cámara lenta había pegado en el palo y recorrido toda la línea de meta hasta salir por un costado. A los hinchas que sufríamos desde la tribuna se nos había paralizado el corazón. Nos habíamos salvado de que nos metieran el cuarto gol.

Para entender lo que fue esta Reválida infartante, primero hay que recordar lo que fue el partido de ida en la cancha de Quilmes. Nos habíamos comido un baile infernal. Fue 3 a 1 a favor del Cervecero, pero la habíamos sacado barata.

El partido de vuelta tuvo todos los condimentos también. En el arco, el arquerito Gonzalo Vicente. Al medio, en su debut absoluto, Franco Amaya. El resto, los gladiadores de siempre, con el Luifa y el Uruguayo a al cabeza.

Las sensaciones que me quedan: lo cerca que sentimos el descenso ya entrado el segundo tiempo cuando Quilmes nos empata y se va expulsado Javier Villarreal. Lo que sentíamos cuando había un tiro libre en situaciones límite y al frente de la pelota se paraba Luis Ernesto Sosa.

Después el empuje, la garra, la mística y todo el huevo del Belgrano de los milagros.

Cómo me gustan los triunfos a lo Belgrano.

Agradecimiento especial: a los chicos del Team Multimedia del Portal Celeste, que rescataron las imágenes y las pasaron a youtube. Enorme el trabajo de recopilación que hacen para que podamos ver goles viejos.

Párrafo aparte la camiseta. Está entre los tesoros de Yamil. Con los años se le va notando que el parche fue pegado, en vez de haber sido cosido. En esa época de crisis, esa camiseta en particular cambiaba seguido de parche, por el que aportara alguna moneda.