30/6/1968. Belgrano recibe a Las Palmas en Alberdi. En el
transcurso del primer tiempo, un jugador rival, Orlando Chiatti, agrede con un
codazo a Cuellar. El árbitro, Julio Mora, expulsa por error a Héctor Scurti.
Tras recibir ese golpe severo, Cuellar cae desvanecido al
suelo. Los médicos ingresan con urgencia a asistirlo, retirándolo de la cancha con
todo el rostro ensangrentado. Se enciende una luz de alarma entre los
presentes.
Eran años sin celulares. No existía la inmediatez de las
redes sociales ni los medios de comunicación que existen ahora. Solo un relator
que anuncia por la radio: “Han retirado a Tomás Cuellar bañado en sangre, quien
estaría sufriendo una conmoción cerebral”.
Tras escuchar la noticia por la radio, Tomás Cuellar padre
–se llamaba igual que Tito – sale de su casa
desesperado rumbo a Arturo Orgaz al 500. Un manto de angustia e incertidumbre lo
invade por lo que acaba de pasar a su hijo.
Al llegar al Gigante se produce el encuentro entre ambos. Los
dos Tomás Cuellar –padre e hijo- se funden en un abrazo emocionante en el
vestuario celeste. El capitán ha sufrido una quebradura de tabique nasal, pero se
encuentra consciente y estable. Lo peor ya pasó.
Lo que ningún espectador espera es lo que termina ocurriendo:
Cuellar, con su temperamento inquebrantable, aparece de nuevo por la boca del
túnel: con la nariz rota y parchada, dispuesto a jugar el segundo tiempo. Sale
el Patrón a la cancha y explota otra vez el estadio de Alberdi.
La jornada termina con Belgrano venciendo 3-0 a Las Palmas. “Y allí estuvo sin duda la demostración de que la ‘sangre’ de Cuellar es ´celeste´”, publica el La Voz del Interior, como se ve en el recorte aportado por Gustavo Farías.
Dos semanas después, una vez desinflamada su nariz y con el
triunfo asegurado, el caudillo sería operado, dando fin a uno de los tantos
capítulos que evidencian la pasión con la que vestía la camiseta de Belgrano.
324 batallas de corazón sin igual.
Inolvidable. Entrañable. Tomás Rodolfo “Tito” Cuellar.
Símbolo histórico del Club Atlético Belgrano. Siempre estarás presente.
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