Bútori, abranzando a sus muchachos en Alberdi
Por Pablo Iván
Las fotos antiguas nos permiten evidenciar los cambios que
se produjeron en el fútbol argentino a lo largo del tiempo. Ya en los ‘30,
comienzan a verse las gradas con la presencia masiva de un nuevo actor: el
hincha. Pero hacia adentro del campo de juego, las variantes también ocurren. En el caso de Belgrano, llama la atención la aparición de un hombre
alto, robusto y calvo, mezclado entre los jugadores. Se trata de Rodolfo Bútori; probablemente
el primer DT formal que tuvo el Celeste.
Y esta es otra diferencia con el amateurismo, donde a veces se observa a la alineación acompañada de algún dirigente, pero no
existía un encargado estable en la dirección técnica, tal como lo conocemos en
la actualidad.
El “Gordo” Bútori dirigió al CAB durante seis temporadas, entre
1936 y 1941. Fue partícipe de la gran gira por Bolivia y, bajo su conducción,
la “B” consiguió los títulos 1936, 1937, 1941, y los torneos Preparación 1936 y
1941. Su tarea incluyó además la preparación física de los planteles.
Bútori, de boina, posando con el equipo.
Es la euforia de los JJOO de Río lo que nos lleva a
recordar su figura dado que, además de entrenador, fue un descadísimo y
prolífico atleta cordobés.
Con 1,88 metros de altura y más de cien kilos en el lomo, Bútori
fue basquetbolista y boxeador, siendo campeón provincial en este último.
Después de colgar los guantes, se dedicó a la educación física. Pero a sus
principales logros los obtuvo en atletismo, siendo su especialidad el
lanzamiento de bala.
Se estima que la incorporación del Atletismo en Belgrano se
dio en 1935, fecha en que se adquirieron los primeros aparatos para entrenar y
se afilió a la Federación Cordobesa. Y en 1939, el Pirata fue patrocinador de
la carrera de Bútori; año en que tuvo su página más gloriosa, tras convertirse
en el primer atleta de Sudamérica en superar la marca de los 14 metros.
Anécdota bien narrada por Cristian Moreschi, en su libro “Camino
de la historia”:
“La Confederación Atlética Argentina había partido hacia
Perú al Torneo Sudamericano en Lima. Debido a una maniobra desleal de los
dirigentes porteños, la comunicación para integrar la delegación le llegó
tarde.
¡No había en América latina otro deportista que lanzara la bala como él, y Argentina se daba el lujo de no llevarlo! Entre la bronca y la impotencia envió una carta a Buenos Aires en la que informaba que el 18 de mayo, el mismo día en que iniciaban las pruebas en Perú, en la cancha de Talleres, intentaría batir su propio récord.
¡No había en América latina otro deportista que lanzara la bala como él, y Argentina se daba el lujo de no llevarlo! Entre la bronca y la impotencia envió una carta a Buenos Aires en la que informaba que el 18 de mayo, el mismo día en que iniciaban las pruebas en Perú, en la cancha de Talleres, intentaría batir su propio récord.
Fue en el entretiempo del partido entre Talleres y Universitario en que el maestro Bútori entró a la cancha con un paquete envuelto en papel de diario, lo dejó a un costado, por los parlantes se anunció que iba a intentar superar su marca de 14,70 m. La prueba la fiscalizaba la Federación Cordobesa de Atletismo. Luego de dos intentos fallidos, en el tercero arrojó la bala con todas sus fuerzas. Después de la medición, el locutor anunció a viva voz que Rodolfo Bútori había batido su propio récord: ¡14,90 metros!
Bútori corrió hacia el paquete misterioso, lo abrió y desplegó una bandera argentina que comenzó a agitar con fuerza. Envuelto en los colores de la patria y con el público ovacionándolo de pie, el maestro le había ganado a la injusticia.
Al día siguiente se enteraron de que, en Perú, el mejor argentino había clasificado cuarto y ni siquiera había superado los 14 metros”.
Bútori lanzando la bala (1939).
La trayectoria como DT de Bútori continuó en Talleres, Instituto,
Racing, Juniors y Universitario. Siempre con una enorme vocación por incluir a niños
y jóvenes al mundo del deporte. Nació en Córdoba un 5 de noviembre de 1907 y
falleció de un paro cardíaco el 24 de octubre de 1965, en Alta Gracia. En esa
localidad, una plaza lleva con orgullo su nombre.
Fuentes: Memoria y Balance CAB 1939, Enciclopedia Viejo y Glorioso Belgrano, libro “Camino de la historia”.
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