sábado, 27 de febrero de 2016

Quiero verte otra vez: el campeón de 1971.


por Pablo Iván

Han sido incontables las veces en que mi viejo me habló del famoso Belgrano de 1971. Para graficarlo, siempre repite que los hinchas vestían frac para ir a ver al equipo: jugaba tan bien, era tan dominante, que se podía ir a la cancha a disfrutar el partido, sin sufrir ni transpirar. Que cada fecha era como una gran ceremonia, digna de celebrarse.

Así se refiere la enciclopedia Viejo y  Glorioso Belgrano, de Gustavo Farías, cuando menciona a esta escuadra celeste:
“El equipo del ’71 es el preferido entre los veteranos, a la hora de intentar hacer un listado de los mejores equipos que pasaron por barrio Alberdi. Y no sólo eso: también podría estar en cualquier clasificador de las mejores expresiones futbolísticas que haya dado la provincia. Es que al Belgrano del ’71 no sólo lo sostuvieron los números (campeón en el torneo local y quinto en el Nacional), sino que contó con una camada de jugadores de indiscutida jerarquía obsesionada con el arco rival: anotó 91 goles en 43 partidos, a un promedio de más de dos goles por partido".

Las fotos que exponemos son de la desaparecida revista ESTADIO, y corresponden al partido en que Belgrano se consagró campeón de Córdoba, sumando su campeonato oficial N°23. 

Una final que definió mano a mano con Racing de Nueva Italia, la tarde del 21 de noviembre de 1971, en la Boutique de B° Jardín. Final que fue por demás accidentada, con hechos que a continuación rememoramos.

El Celeste fue dueño del partido desde el arranque. A los 5, Miguel Laciar abrió para Juan Carlos Heredia, éste se la devolvió, y el 10 marcó el 1  a 0. Y apenas  a los 30 segundos del segundo tiempo, otra vez el “Pato” de Río Cuarto sería la llave para marcar el 2 a 0 de cabeza.  

Pero tres minutos más tarde, sobrevino una ola de violencia que decantó en la suspensión del cotejo. Tras  la expulsión de un hombre de Racing y un forcejeo entre varios jugadores, se sucedió una inesperada represión policial. Otra prueba de que, si bien los hechos violentos se incrementaron con el paso de los años,  en el fútbol argentino se registran desde antaño. 

Narra la revista ESTADIO: “Las fuerzas policiales descargaron su ira con cartuchos y de pronto todo se tiño de drama, de absurdo castigo a la naturaleza humana.(…) Después todo el desorden: el gas, las piedras, los contusos y heridos. La representación amarga de lo que puede ser el desenfreno, la escasa prudencia con que se maneja lo que algunos ilusos queremos llamar todavía espectáculos deportivos”.

Con posterioridad, la Liga Cordobesa lanzó un comunicado duro, responsabilizando exclusivamente al Cuerpo de Seguridad de la Policía de Córdoba. Y determinó completar el partido el 24/11/71 en la misma cancha, pero esta vez sin público.

Reinaldi intenta calmar a los policías en medio del conflicto.

Los gases lacrimógenos desalojan por la fuerza a la concurrencia.

Tres días más tarde, en un estadio vacío, donde “escasos hinchas, que rompieron controles lograron subirse a las tribunas”, el Pirata dio la ansiada vuelta olímpica.  El trámite no varió, y Belgrano le propinó una goleada de 4 a 0 a su rival de turno.

La máquina ofensiva de la “Milonguita” selló el 3 a 0: “Sucedió  a los dos minutos de juego, cuando Heredia enganchó una pelota picando hacia adentro, levantándola por sobre las marcas de Gardiol y Castro, hasta enfrentar a Trucchia y colocarla en las mallas, sin que el arquero alcanzara a mover los brazos”.

El cuarto tanto llegó como broche de oro, desde las crinas doradas al viento de la “Pepona”: “¿Cuál es la duda? Suponemos que nadie puede tenerla por lo visto en los 42 minutos que restaban. Un Belgrano, con el gol exacto de Heredia, el remate final de Reinaldi para el segundo tanto, dejaron sentada una superioridad innegable, que a fuerza de ser repetida corre el riesgo de convertirse en una agobiante muletilla”.

La cámara toma el instante frágil y maravilloso del pitazo final, cuando el árbitro anuncia que la contienda ha terminado.  El brinco de las piernas que se desprenden del pasto, los puños apuntando al cielo, las corridas de hombres estremecidos con lágrimas embarradas que no tardan en caer, mientras los pocos testigos ensayan el “¡Dale campeón, dale campeón…!”, para ofrendarle a un equipo que acaba de adjudicarse un título ganando por goleada.

Escribe el fallecido periodista Nito Neder, para revista ESTADIO: “Establecidas las razones globales de la victoria celeste, quedan otros rasgos, otros signos de tanta pasión desatadas en un vestuario de multitud, con gritos alegres, con abrazos sin memoria, con la dulce embriaguez de la conquista. Esos cantos, aquellos gritos fueron tiñendo de celeste la tarde de Barrio Jardín”.

Tras la conquista del campeonato local, Belgrano desplegó su potencial en el Nacional de 1971, donde finalizó quinto, producto de 9 triunfos, 3 empates y 2 derrotas. Ese año el torneo se dividió en dos zonas de 14 equipos cada una, en la que los dos primeros clasificaban a semifinales. La “B” finalizó tercero en su grupo, “detrás de Newell’s e Independiente, ante quien sufrió una derrota clave por 1 a 0, en un partido definido por un polémico penal del “Tito” Cuellar a José Pedernera” (VyGB).

Han pasado 35 años y, a la distancia, los hinchas más experimentados siguen recordando a este grandioso equipo en los bares de la ciudad. Cierran los ojos y se ven todavía allí, parados en los escalones de cemento, vestidos de frac, siendo testigos privilegiados de jugadas inolvidables. 

Mezclados entre ellos, estamos lo más jóvenes.  Los que no contamos con una filmación para juzgar, ni lo hemos observado desde la tribuna. Pero que, así y todo, hurgamos registros, vamos por las calles preguntando, nos transportamos a otras épocas para compartirlas en el presente. 

Nadie jamás podrá arrebatarnos la fantasía que sentimos al ver estas imágenes. Allí también estamos nosotros, metidos adentro de la escena. Invadiendo el campo de juego, para llevar a nuestros jugadores en andas y cantarles a grito pelado “No te vayas campeón…., quiero verte otra vez…”. Una y otra vez,  hasta el bendito día en que se quede afónica toda esta locura.






2 comentarios:

AriasGuille dijo...

Muy linda nota

Anónimo dijo...

GRACIAS POR VOLVER PUTO