Tomás Rodolfo Cuellar: el Gran Capitán

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“Tomás Cuellar en la boca del túnel y explota el Estadio de Alberdi…”.
La frase, que estremece, se escucha detrás de las imágenes en blanco y negro que nos muestran la final de la Liga Cordobesa de 1970 ante Talleres.
Cuellar, el gran capitán que alguna vez ocultó a Tosco en el baúl de su auto.

Pocas veces un jugador, por su estilo de juego, estuvo tan emparentado con la idiosincrasia de un club como lo estuvo Tomás Rodolfo Cuellar con Belgrano. Gracias a jugadores como el Tito Cuellar se acuñó la famosa frase “ganar a lo Belgrano”, que para muchos ya se ha transformado en una filosofía de vida. Era un auténtico caudillo, con un temperamento arrollador.

La gente de Cultura Arte Belgrano, incansables buceadores de la historia del club de Alberdi, lo define como “el Patrón del Gigante” y agrega que “Cuellar resume la esencia de la camiseta celeste. El Tito es pura estampa pirata”.

Con sólo mencionar un dato nos podemos dar una idea de lo que estamos hablando: Cuellar participó activamente de los dos equipos que quedaron en la memoria del hincha celeste y son considerados los mejores de la rica historia de Alberdi: aquel que participó del Nacional del 1971 como jugador y el que ganó en forma invicta el Regional de 1986 como técnico.

Fabián Torres, periodista de los SRT, tuvo la enorme suerte de haberlo visto dejar la vida como jugador y de haber seguido de cerca su campaña como técnico: “Siempre tuvo alma de líder y jugando era muy fuerte. Pegaba el grito justo y nunca se achicaba. Le gustaban las difíciles”. El cabezazo era uno de sus fuertes y suplía su falta de técnica con un corazón enorme. “Era un gran full-back, un gran tiempista, porque a pesar de su físico, siempre llegaba cuando cruzaba, y si no llegaba…bueno, el rival no pasaba”, resume entre risas Dante Luis Palacios, en su condición de ex dirigente y amigo personal de Cuellar.

Torres revela también sus secretos como técnico: “Me tocó vivir de cerca esa campaña desde lo periodístico. El Tito manejó muy bien ese plantel plagado de buenos jugadores, le dio el equilibrio justo. Le llegaba con su mensaje a los jugadores, que sabían muy bien que a las indicaciones se las estaba transmitiendo una leyenda. Les daba un mensaje simple y sincero”.

AGUSTÍN, AL BAÚL
Fuera del fútbol es también donde surgen algunas anécdotas que pintan de cuerpo entero a Cuellar, que trabajó en EPEC buena parte de su vida. Allí trabó amistad con Agustín Tosco, figura central del Cordobazo desde el liderazgo del Sindicato de Luz y Fuerza. Supo contar Tito alguna vez en un programa de televisión una historia que es reafirmada por Cecilia, una de sus hijas. Resulta que Tosco, debido a su actividad política, había pasado a la clandestinidad y era intensamente buscado por la policía. Fue el mismo Cuellar quien, aprovechando su popularidad como capitán celeste, lo escondió en el baúl de su auto para burlar el control policial apostado donde era el Autocine, y permitir que el dirigente sindical pudiera huir hacia La Calera.

Al recordar también este episodio, Fabián Torres recuerda que Cuellar “defendía absolutamente todas sus convicciones, tanto en el fútbol como en la actividad que llevaba adelante en EPEC. Era combativo dentro y fuera de la cancha”.

Curiosa también fue la forma en que el Tito Cuellar llegó a trabajar a la empresa de energía. Sus padres, quienes tenían un negocio, hubieran soñado para él un título de contador. Pero su fanatismo por los deportes no le dejaba mucho tiempo para los libros. Fue así como en una final de la Liga de Ascenso de Básquet (actividad que practicaba paralela al fútbol), defendiendo los colores del Club Matienzo, llamó la atención del entrenador rival, quien le ofreció defender desde ahí en adelante los colores de Unión Eléctrica, que pertenecía al Gremio de Luz y Fuerza. Cuellar aceptó el ofrecimiento, pero con la condición que además le consiguieran un puesto en EPEC. Dadas sus condiciones atléticas y de personalidad, Tito se sumó al equipo de básquet y al mismo tiempo a la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, donde trabajó durante 28 años.

Querido por sus compañeros e hinchas, respetado por sus rivales, su enorme figura es una parte grande de la historia celeste y del fútbol de Córdoba. La mística de Belgrano que disfrutan los jóvenes hinchas actualmente se debe en gran parte a lo que dejó Tomás Rodolfo Cuellar en la cancha.

Cuando desde las revistas de deportes o los foros de Internet plantean a los hinchas que imaginen a los once titulares de un posible Belgrano de todas las épocas, nunca puede faltar una imagen: con la cinta en el brazo de ese once ideal siempre está Tomás Rodolfo Cuellar, el Gran Capitán.

artículo que escribí para la edición de Noviembre de la Revista Matices.